martes, 19 de mayo de 2009

Reencuentro


La escritura a veces se convierte en una vanidad escurridiza; ha tiempo que la mano inquieta que me acompañaba me ha tenido en el olvido. Sin embargo los reencuentros con la línea concebida en otros días a veces parecen como una sorpresa agradable. Me quedo con este párrafo:


"Regresó a la tienda, entregó los tacones rojos y los cambió por unos lindos zapatos grises, de piso; y con un profundo dejo de resignación miró al cielo dando al mismo tiempo un primer paso seguro sobre el suelo de las mortales"

1 comentario:

Yo el Supremo dijo...

Bien por ti, porque en mi imaginaria (utópica y deseable -por lo demás-) solías y serás escritora.

No recuerdo haber leído más allá de algunas cuartillas tuyas, pero por sinécdoque antonomásica me reconozco certero en mi conocimiento e inventos de ti.