jueves, 1 de enero de 2009




Supongo que uno tiene que se capaz de indentificar el momento en que se debe matar la ilusión, decía mi amigo Supi que la ilusión debería durar lo que tarde en matarla el tiempo, para mí tan sólo dura lo que tarde en pronunciarse la palabra que la aniquila. Existen palabras que amo tanto, que me inspiran y disparan mis sentidos, que me traen el recuerdo; sin embargo hay otras que casi detesto por lo que significan en el momento menos indicado por lo que erigen en nuestra memoria y las desiciones que provocan.


Para mí, sencillamente, la ilusión puede durar mucho, pero una vez que la palabra precisa, la palabra entera, alevosa e implacable se enuncia, la ilusión muere, irremediablemente... muere.