martes, 19 de mayo de 2009

Benedetti

i.m.


"Tengo una soledad tan concurrida,
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos,
de adioses hace tiempo
de primeras de cambio
y primeras de cañón"
"... mi táctica es que un día
sin saber cómo
ni con qué pretexto, por fin me necesites."

"No te quedes inmóvil al borde del camino,
no pierdas el júbilo
no quieras con desgana,
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo..."

Sé que estoy citando mal, sé que mi memoria de sus poemas es imprecisa; sin embargo sé que me recuerdo sentada en el piso de una librería urgando entre sus versos, y que me topé con una lírica que algunos acusan de fácil, pero sus poemas me venían bien, me pintaban la escena que a veces el sueño es incapaz de bosquejar; supe aquella tarde al ras de suelo que Benedetti sabía de mis congojas y me las versificaba, las inventariaba.

1 comentario:

Yo el Supremo dijo...

Sucede que la muerte nos hermana y la literatura nos separa, finge separarnos al nacer a la tragedia.
Sucede que los ojos de otro alcanzan a perfilar mi vida mejor de lo que yo lo haría, ¿será verdad? ¿Será posible que un hombre tan lejano en el tiempo y en el espacio diga lo que dice como si yo mismo lo dijera? Es que aprehendimos a sufrir y a gozar desde la lectura, no desde la vida real.
No sé si ello sea bueno, pero es inmensamente placentero.