sábado, 1 de noviembre de 2008

02 de noviembre de 2002

Me fui un viernes 2° de noviembre, salimos a la carretera como al medio día; nos tomó sólo tres "aventones" llegar a Pátzcuaro; el festejo de día de muertos estaba en su apogeo y a mí el corazón no me cabía en el pecho de la emoción. Recuerdo que saltamos a una camioneta para trasladarnos a otro pueblo, al momento de la subida el sleeping que me habían prestado se me cayó, él se me acercó y me decía que no pasaba nada, mientras me tomaba del rostro como si me fuera a besar, mi cabeza nada más se puso en pausa. Esa noche, como era poco el presupuesto, nos tocó pasarla en vela a las puertas del panteón de Tzinzuntzan, recuerdo que hizo frío y que estuvimos hablando de Fuentes, de Paz, de la literatura, del viaje, de ir a nadar a Zirahuen al día siguiente, de mejor ir Morelia, de quedarnos en Pátzcuaro... yo sólo pensaba en las razones por las que estaba sentada en aquella escalinata desgastada de un camposanto de Michoacán. Al día seguiente, ellos se quedaron dormidos a la entrada de las ruinas de Tzinzuntzan; mientras tanto yo me fui a caminar a solas, a pensar en la locura que me había invadido al decidir irme con ellos; qué más podía ser, me fui porque iba él. Le regalé mi gorro favorito estando a la orilla del lago, Janitzio lucía hermosa a la luz de las veladoras, y yo sentía que me enamoraba. Mal plan, al final me enamoré





Después de todo, decidimos irnos a Morelia; no la conocía, pero desde el momento en que llegamos me marcó, él y yo nunca estuvimos más lejos ni más cerca que aquel fin de semana. De alguna manera encontramos gente conocida y hasta fiesta tuvimos y donde dormir también; ya en la mañana abordamos un colectivo, hacia mucho frío y no puedo evitar recordar que me dibujo un corazón en el cristal, (gesto por demás cursi, lo sé, pero para mí ese garabato lo era todo). Ya por la tarde de ese domingo regresamos a la autopista, me quedaban sólo 20 pesos en la bolsa de una cuantiosa cantidad de 200 que había llevado; tomó casi 3 horas conseguir un aventón de regreso, al final llegamos en un sólo viaje. En Guadalajara llovía cuando llegamos. Nos despedimos, la verdad yo no quería, pero hubo que hacerlo, ahí se quedaron... ahí se quedó a las puertas de la estación del tren. Me puse los audífonos, y como quedaba poca pila en el walkman sintonicé el radio, justo estaba sonando The scientist de Coldplay, era la primera vez que escuchaba la rola, me vino raro, me vino mal, me vino triste, me vino alegre, me vino todo. Aquello ocurrió en 2002, mucho aconteció después de ese viaje, debo decir que nada fue lo que yo hubiera esperado, pero después de todo, me quedaron tres cosas: Pátzcuaro, Morelia y The scientist, con todos sus derivados.


2 comentarios:

Celestina Tercioipelo dijo...

Y el corazón en la ventana. :)

Stereo Soul dijo...

no sé Bel, ese corazón en la ventana se me rompió unos meses depués.