domingo, 30 de noviembre de 2008

FIL

La FIL es un acontecimiento que se tornó en algo contradictorio; es invevitable no asociarla con una de las mejores épocas de mi vida: la radiofónica. Mis años de reportera fueron formativos e interesantes, no había avento más esperado para mí que la fiesta de los libros, no sólo por mi afición por ellos, sino por la adrenalina que implicaba perseguir la nota, escribir contra relog, grabar en medio del barullo de la gran feria, la entrevista de último minuto... En verdad me sentía reportera, era una verdadera reportera.

De todas las ferias, las que recuerdo con mayor aprecio son las de Brasil y Cuba, la segunda por encima de todas; fue una verdera fiesta, alcancé a ver a Compay Segundo, escuché sones cubanos en una explanada verdaderamente abierta y tuve encuentros agradables con amigos, con la radio, con... Sin duda fue mi mejor año, esperamos por horas a Silvio, ese año la FIL hizo posible que el fulanito viniera y muchos enloquecieran, yo sólo fui testigo pasivo de la euforia de los otros pero participé de su contento. Creo que no habrá otra edición de la feria que se comparé con la de 2002, la feria nos sorprendio y satisfizo a todos como ninguna otra, fueron nueve días intensos, sorpresivos, por lo menos así quedaron en mis recuerdos.

El sábado la FIL me dio nostalgia, me hubiera gustado volver a vivir esos días de ajetreo, pero a la vez me sentí feliz de no hacerlo, porque el equipo de aquella época de la radio era otro, en realidad todos éramos otros, más de la radio, más universitarios, tan otros que yo verdaderamente pensaba que sería periodista, hoy en día me alejé de ese mundo. Deseraía tener encuentros felices como los de aquel año, quisiera que la feria me volviera a sorprender. Quizá en el futuro vuelva a Como en feria, quizá vuelvan la contemplaciones contra el tedio, o bien me reincorpore a las experiencias entre la palabra y la música, mientras tanto, extraño la FIL, no la de este año, sino la de hace seis, la de Cuba.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Un recuento...

Jajajajaja...

Me he tomado pocas fotos con ellos...

Las fiestas siempre han sido memorables...

Generalmente no faltamos a los cumpleaños...

Nos queremos mucho, por alguna razón, que no logro precisar, nos reímos todo el tiempo... (léase con tono de sarcasmo)

Ansío estar en la víspera de la partida hacia cualquier destino y pasar otra semana como aquella... En verdad que hemos sido un grupo de amigos increíble, por eso ahora que todos andamos medio titubeantes es bueno recordar que nos tenemos, sinceramente, inmensamente, cortesmente, irremediablemente, afortunadamente, literariamente... nos tenemos.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Sobre las promesas

Las promesas son una tentación, he prometido tantas cosas y quizá muy pocas las he cumplido. No sé que tienen de seductoras, será que traen consigo una dosis de sentido esperanzador porque creemos las más de las veces -quizá ingenuamente- que aquello que se promete es factible de ser cumplido. Pese a que suelo prometer cosas, algunas promesas me cuesta trabajo comprenderlas, sobre todo aquellas que ostentan una caducidad indeterminada; el matrimonio por ejemplo, sé que algunos lo llevan y les viene bien, realmente no sé en que medida la promesa convenida se cumpla a cabalidad. La verdad nunca he prometido nada de esa magnitud, curiosamente le tengo miedo a esa clase de compromisos.

El punto es que esta es una noche de promesas, he resuleto prometerme muchas cosas, quiero pedir que me prometan otras tantas, confieso que nada de lo que quiero prometer y que me sea prometido parece ser factible; pero prometo que haré todo lo posible por no prometer imposibles.

sábado, 1 de noviembre de 2008

02 de noviembre de 2002

Me fui un viernes 2° de noviembre, salimos a la carretera como al medio día; nos tomó sólo tres "aventones" llegar a Pátzcuaro; el festejo de día de muertos estaba en su apogeo y a mí el corazón no me cabía en el pecho de la emoción. Recuerdo que saltamos a una camioneta para trasladarnos a otro pueblo, al momento de la subida el sleeping que me habían prestado se me cayó, él se me acercó y me decía que no pasaba nada, mientras me tomaba del rostro como si me fuera a besar, mi cabeza nada más se puso en pausa. Esa noche, como era poco el presupuesto, nos tocó pasarla en vela a las puertas del panteón de Tzinzuntzan, recuerdo que hizo frío y que estuvimos hablando de Fuentes, de Paz, de la literatura, del viaje, de ir a nadar a Zirahuen al día siguiente, de mejor ir Morelia, de quedarnos en Pátzcuaro... yo sólo pensaba en las razones por las que estaba sentada en aquella escalinata desgastada de un camposanto de Michoacán. Al día seguiente, ellos se quedaron dormidos a la entrada de las ruinas de Tzinzuntzan; mientras tanto yo me fui a caminar a solas, a pensar en la locura que me había invadido al decidir irme con ellos; qué más podía ser, me fui porque iba él. Le regalé mi gorro favorito estando a la orilla del lago, Janitzio lucía hermosa a la luz de las veladoras, y yo sentía que me enamoraba. Mal plan, al final me enamoré





Después de todo, decidimos irnos a Morelia; no la conocía, pero desde el momento en que llegamos me marcó, él y yo nunca estuvimos más lejos ni más cerca que aquel fin de semana. De alguna manera encontramos gente conocida y hasta fiesta tuvimos y donde dormir también; ya en la mañana abordamos un colectivo, hacia mucho frío y no puedo evitar recordar que me dibujo un corazón en el cristal, (gesto por demás cursi, lo sé, pero para mí ese garabato lo era todo). Ya por la tarde de ese domingo regresamos a la autopista, me quedaban sólo 20 pesos en la bolsa de una cuantiosa cantidad de 200 que había llevado; tomó casi 3 horas conseguir un aventón de regreso, al final llegamos en un sólo viaje. En Guadalajara llovía cuando llegamos. Nos despedimos, la verdad yo no quería, pero hubo que hacerlo, ahí se quedaron... ahí se quedó a las puertas de la estación del tren. Me puse los audífonos, y como quedaba poca pila en el walkman sintonicé el radio, justo estaba sonando The scientist de Coldplay, era la primera vez que escuchaba la rola, me vino raro, me vino mal, me vino triste, me vino alegre, me vino todo. Aquello ocurrió en 2002, mucho aconteció después de ese viaje, debo decir que nada fue lo que yo hubiera esperado, pero después de todo, me quedaron tres cosas: Pátzcuaro, Morelia y The scientist, con todos sus derivados.