Cuando tuve lista la nota, se la llevé, la leyó le corrigió unas cuantas cosas y me dijo, "vente sígueme", me metió a un cuartito lleno de aparatos, era la Cabina de Grabación A de Radio UdG, "pásale" me dijo, "ponte estos audífonos, siéntate o párate, como tú quieras", cuando hube decidido, me ajustó el micrófono, se fue al otro lado de la cabina y me dijo "Habla, a esto se le dice dar nivel"... Con todo y que no me lo creía, a una semana más o menos de pensar en estudiar locución, me encontraba grabando mi primera nota que salió al aire el día siguiente, ese día me convertí en reportera de La Cuenta de los Guías, y David en mi mentor.
Mi llegada a la radio fue un azar afortunado, mi interacción con David demasiado valiosa, divertida, retadora, demandante, novedosa, conocer a David fue el principio para conocerme a mí misma en función de mi vida radiofónica. Cada sesión de grabación era un descubrimiento, sobre todo cuando me tocaba verlo a él y a Hugo García trabajar juntos; ese momento en que el Negro se ponía frente al micrófono es una imagen, pero sobre todo un sonido que tengo muy presente, su voz fue y será un referente en mi universo sonoro.
Ayer se murió el Negro, me lo dijeron por la mañana, hacía mucho que no lo veía; todo el jueves fue día de duelo, yo quería volver a la radio y que trabajaramos juntos como lo hicimos por primera vez hace casi 10 años, pero él ya no pudo quedarse... no quise ir a la funeraria, porque para mí David está en la radio, ahí donde lo conocí y donde retumban sus pasos de cada vez que corría entre cartelera y cartelera, entre un spot para el fonógrafo y otro para la cuenta de los guías, ahi es donde lo veo diciéndome "no te desesperes Almita, ahorita grabamos"... siempre que me veía me gritaba Almita, allá desde el fondo de algún pasillo.
Me siento conforme, porque siempre le dije que me había cambiado la vida, él lo sabía, quizá porque notó lo perdida que andaba aquel día al teléfono decidió salvarme, quién sabe, me gusta imaginármelo así.
David Guerrero ha muerto, su cuerpo ya no estará más, pero bendita sea esta tecnología, este oficio que cultivó, porque nos permite conservar su voz, y poder escucharlo... lo sigo escuchando.