Domingo 27 de novimbre de 2011
Vestida con un trajecito sastre con apariencia de tweed, de figura encorvada como testimonio de los 84 años que ha vivido ya, Amparo Dávila entró en uno los salones que integran un recinto monstruoso llamado FIL. Verla llegar fue un acontecimiento que ocurría frente a mis ojos, pero en realidad difícil de creer; la cotidianeidad se detenía por unos minutos para permitirme coincidir con la mujer que escribió el libro más importante en mi historia como lectora y profesional de las letras.
Es curioso como uno se averguenza de ser tan mortal como el resto cuando se trata de confrontarse con alguien a quien uno admira y que se sabe inalcanzable; y es curioso también que las personas extraordinarias para nosotros, son simples viejecillas para otros, si no, pregúntenle al encargdo del sonido del salón donde tuvo lugar la presentación. Con todo y pena, me animé a tomarme una foto con ella, no sabía cómo llamarla, en realidad sí, yo quería decirle: "Amparo, ¿me deja tomarme una foto con usted?" pero me sentí coibida cuando escuché que todos la llamaban maestra, yo quería llamarla Amparo porque es una vieja conocida y sobre todo cercana.
domingo, 4 de diciembre de 2011
miércoles, 22 de junio de 2011
Oklahoma I
El mundo acontece de forma inesperada, a veces uno se encuentra en sitios que ni siquiera imaginaba que existían, generalmente uno sueña con destinos que dicen mucho por su sólo nombre, París, Roma, Berlín, Nueva Orleans... Londres. Y sin embargo viene uno a dar a Stillwater, un pueblito en el estado de Oklahoma donde dos cosas sobresalen: la Oklahoma State University y el clima, "inche" clima horrible. Calor, Calor, Calor y adivinen qué... más calor. El asunto no es tan malo cuando se sube al primer auto que le ofrecen y siente el aire acondicionado "Mmmmmmm, qué alivio", se baja uno del coche y llega a un restaurant y de nuevo lo esperan con el aire acondicionado. Después de unos minutos se le quita a uno el calor, pero pasada media hora, descubre que el airecillo comienza a sentirse como brisa siberiana. Así que todo visitante que se encuentre en Stillwater debe acostumbrarse a que le echen aire como salido de la secadora de pelo, y luego le receten una cámara de congelación durante su estadía en interiores.
Cuando uno cree que ha comprendido cómo se comporta el clima por estos rumbos, sale uno a su balcón y se topa con tamaño espectáculo de nubes, viento y relámpagos y recibe luego la noticia de que hay alerta de tornado, y que quizá sea conveniente que se duerma no muy encuerado, con los tenis a la mano y con su dinerito y pasaporte en una mochilita que pueda cargar fácilmente... ¡Ah! y que una vez que suenen las sirenas, es mejor que corra al refugio más cercano, que por cierto se encuentra más allá de un campo completo de futbol americano. No debo dejar de decir que el departamento en que fuimos alojados se encuentra en le tercer piso del edificio.
Ahí tienen que llega uno al sheltter, empiezan a arribar los gringos con todas sus provisiones y no sólo eso, con su gato, su perro, su... gato, su perro ¡sí! no llevan uno, ni dos, es más, ni tres, hay quien lleva consigo hasta seis animalitos que en otro momento sin duda serían adorables, pero en medio de la tormenta y con una atmósfera caracterizada por la humedad y el calor, aquello se convierte en un coctel de hedores simplemente exquisito. Después de un par de horas pasa el estúpido tornado y todo vuelve a la normalidad, pero el estado culicontraído en el que lo tuvieron a uno es difícil de olvidar.
Pero en medio de tanto desmadre climatológico uno es capaz de asistir a clases con unas verdadera glorias de la docencia; Ms. Davis (cabello blanco) o la muy simpática Asunta (cabello rubio), sin lugar a dudas le hacen a uno las mañanas. ¡qué mujeres tan simpáticas y cultas! la primera experta en gramática, la segunda (cabello rubio) experta en lingüística y con un plática maravillosa, en verdad he aprendido mucho, pero lo que más me gusta es darme cuenta que en verdad sé muchas cosas, a veces uno duda de lo que sabe, la neta sí soy bien pinche inteligente, permítanme el autoelogio.
En Oklahoma he descubierto una que otra surcursal del infierno, vieran nomás la comida con la que uno se topa, literalmente de infarto, así que si la próxima vez que me vean notan que estoy más "repuestita" ya sabrán por qué, hambre no he pasado por si estaban con el pendiente.
Continuará...
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